La pandemia ha cambiado radicalmente el mundo en solo cuatro meses. A finales de junio el número de contagiados por coronavirus superaba los 10 millones de personas y los fallecidos se aproximaban al medio millón, según la Universidad Johns Hopkins. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que el parón económico ha destruido 365 millones de empleos en el planeta.
Tras décadas de intenso progreso económico, la potencia asiática se enfrenta a unos niveles de desempleo históricos. El daño de la epidemia de coronavirus amenaza con socavar la estabilidad social y el control del poder por parte del Partido Comunista.
En los países pobres, las medidas sanitarias para controlar la pandemia han relegado la emergencia alimentaria a un segundo plano e incluso la han aumentado. La región africana del Sahel es un desgraciado ejemplo.
Después de tres meses de estado de alarma, la economía, con la vida, se reactiva entre situaciones anómalas y con la inquietud de que los expedientes de regulación de empleo temporales se conviertan en despidos.